Una luna con forma de mandarina, ilumina el entierro de sus huesos, y él escarba
como lo hacen los perros callejeros que aúllan en la noche subterránea.
Las raíces retorcidas y las hojas secas le cuentan sus antiguos chismes gastados y mugrientos, pero mientras los demás bailábamos con los pies manchados de ceniza,
él observaba las estrellas que ardían en el negro firmamento.
Juan Sacramento camina entre frutas aplastadas y besos de cieno, pisa sobre
sombras arrancadas a las farolas relucientes y al recuerdo añejo.
De joven tuvo una novia que viajaba en el viento y cantaba canciones de antes de la guerra, tenía muslos de leche y un cuerpo ligero como la espuma.
Pero un viernes santo, se fue con el cartero joven que repartía sus cartas de arena, se largó con un brazo en la noche y el otro en el sueño, montó en la Vespa amarilla y se perdió en el horizonte con el pelo ondeando.
Juan Sacramento ahora es un hombre viejo que acaricia esquinas y bebe en silencio.
Y oye una voz que dice:
Corre a tu casa, viejo, el cielo está ardiendo, la ropa está tendida, y el deseo es hielo,
los perros te ladran y las lágrimas de cocodrilo manchan el suelo.
En un tren descarrilado le entregó sus venas a un duende oscuro de pelo largo y enmarañado, negro como ala de cuervo. El duende le prometió un deseo y predijo: viejo, nunca encontrarás el camino de vuelta. Y el viejo amaneció allí, golpeando la lluvia y regalando paraguas a los juerguistas. Pero el deseo nunca se cumplió y los paraguas se perdieron bajo la suave luz del alba.
Juan Sacramento llamó a la oficina de Dios, pero Dios estaba en un crucero por las Islas griegas y nadie supo decirle cuando estaría de vuelta, desde entonces todo el mundo parece desamparado y perdido.
El viejo lleva su sueño como el que lleva una piedra en el zapato, y tiene un agujero en el bolsillo del corazón por donde se escapa la luz del día y la calderilla, y su vida se derrama como se derrama el tiempo.
Pero hoy piensa pulirse doscientos euros en priva para ahuyentar el frío del invierno.
Se mira en el espejo del bar desierto y sabe que todos están muertos, todos los tipos que antes conocía, ahora están muertos, tan muertos como las tiendas cerradas y vacías de la Avenida Libertad.
Y oye una voz que dice:
Corre a tu casa, viejo, el cielo está ardiendo, la ropa está tendida, y el deseo es hielo,
los perros te ladran y las lágrimas de cocodrilo manchan el suelo.
credits
from El deshielo,
released November 8, 2018
Conde: Voz y coros, teclados, theremin, percusión.
Miguel Marcos: Guitarra eléctrica, bajo.
Richard Libeton: Batería.
Meike Schönhütte: Coros.
The Boston indie rockers return, with their characteristic mix of poignant lyrics and melodies that can turn from delicate to anthemic. Bandcamp New & Notable Nov 12, 2019
An almost anti-blues/anti-rock style that masters classic sounds while mocking the industry’s perceived seriousness. Bandcamp New & Notable Aug 27, 2018